Nuestra última noche...

Nunca nada fue lo mismo desde aquel día.
Ella supo que sería la despedida... el fin de un amor que consideraba eterno, pero no era más que una mentira creada por su mente fantasiosa para otorgarle un poco de felicidad a su vida monótona.
Se encontró con la realidad, chocó contra aquel árbol que observaba desde lejos en su horizonte, y lastimo hasta la célula más minúscula de su organismo.
Desconocía el coraje y la valentía de enfrentar la vida sola, porqué ya lo había sufrido... pero entendió que para continuar con otro capítulo, hay que cerrar con el anterior.
Ambas cosas aparecieron en el momento justo, el coraje y la valentía.
Propuso una noche más, donde a pesar de que el tiempo fue alargando los llamados, y los mensajes, en esos encuentros que solían ocurrirse cuando ambos se necesitaban, se conjugaban ambas pasiones, convirtiendo la noche en un juego de fuego, ansias de necesitar el fundirse en la piel del otro... casi insostenible la situación que ambos provocaban, pero placenteras para ambas almas.
Cuando todo terminó, el quedó dormido entre sus brazos. Lentamente ella se levantó, y con lagrimas en los ojos le escribió una carta, que la colocó al lado del último café que le preparó... ese que a el tanto le gustaba, y que solían tomar juntos en las noches de desvelo.

Mi loco amor:
No habrá una noche más, ni amanecer juntos... acá llegó el fin. Yo te amo, y sé que tu también me amas... pero esto no es el amor del que todos hablan, más bien lo transformamos en una ambición, convertimos nuestro amor en un objeto del cual necesitamos de vez en cuando. Nuestro fuego no es el mismo que el de aquella primera vez, lentamente se fue apagando... más bien, lo fuimos apagando con nuestras mentiras, engaños y excusas sin sentido, lastimando nuestras almas mutuamente.
Sé que siempre te amaré, y que siempre serás el amor de mi vida, pero tengo la necesidad de comenzar a amarme a mi misma, y dejar de sufrir por cosas que sé que jamás ocurrirán. Me llené de esperanzas absurdas, de ilusiones que se disolvieron en mi mente como pompas de jabón... y hoy pago las consecuencias... mi alma desgarrada, es la consecuencia.
Ten siempre presente de que jamás olvidaré nuestras amadas noches, ni el calor de tus caricias, ni la dulzura de tus labios... Tu recuerdo vivirá latente cada día en el medio de mi pecho.
Siempre te amaré, pero debo liberarme de ti, y liberarte de mi.
Adiós.
Tu dulce amor.

El al levantarse, encontró su café y la carta al lado. Se sentó, y mientras bebía y disfrutaba cada sorbo de café, porqué sabía que lo había hecho las manos tan dulces que cada tanto recorrían su cuerpo, tomó la carta y la leyó.
Lentamente comenzaron a rodar lagrimas sobre sus ojos, sorprendidas pero esperadas.
Simplemente pudo susurrar un "Te amé, te amo, y te amaré...", en medio de la lluvia de lágrimas que se había desatado en sus ojos.
El final había llegado, el que ambos creían que jamás llegaría... Sus almas desgarradas no encontraban el sol de las mañanas, pero su mente y su espíritu agradecía ese "Adiós", que con el tiempo se transformó en la llave para abrir la puerta de la libertad de dos seres con ansias de amar y ser amados... para toda la vida...

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