Por eso yo,
Ya no se que voy hacer sin tu amor
Si no puedo escapar de esta llama
Que incendia mi cuerpo.
Yo, ya no intento descubrir que pasará,
Si prefiero morir que aguantar lo que siento
Todo lo que yo llevo lo llevo por dentro.

"Yo puedo sólo..."

-"Yo puedo sólo", afirmó el joven... su idea era emprender un viaje por un sendero donde el sabio le había aconsejado que precisaría un faro para alumbrar el camino, y así evitar determinados inconvenientes que podían llegar a sucederle. 
Terco, y orgulloso; tomó una toalla, una muda de ropa, y la envolvió en un lienzo blanco atada a una pequeña rama. -"Yo puedo sólo..." volvió a afirmar a si mismo, remarcando la convicción de seguridad que tenía sobre sí mismo, y pasando por alto los consejos que aquel sabio anciano le había dado.
El objetivo de su viaje era llegar hasta la cima de una montaña que se encontraba al lado de un bello río. "Paradisíaco", solían describir en su pueblo a aquel lugar... pero todos los que pasaron por allí, sabían de las precauciones que debían tomar para lograr llegar hasta aquel lugar. -"Yo puedo sólo", volvió a pronunciar su frase, para que no le quede ni una pequeña duda de que sólo lograría cumplir con su deseo de sentarse sobre un árbol y observar la tranquilidad de aquel río.
Iba a ser el primer hombre en lograr llegar sin tomar medidas previas para lograr encontrarlo. Su orgullo y seguridad escondían detrás un gran temor a defraudarse a sí mismo.
Comenzó la extensa caminata, y el primer obstáculo fue tropezar con un pequeño tronco y caer sobre un colchón de

rosas con un centenar de espinas; que lentamente se clavaron sobre su pecho, y manos. Pero... ¿con qué elemento iba a quitárselas?, sí su equipaje tan sólo era una toalla, y una muda de ropa.
Lentamente, se deslizó hacía un árbol que se encontraba sobre la derecha de su ruta, y nuevamente afirmó -"Yo puedo sólo"; mientras lleno de dolor, y con sus ojos que desbordaban sufrimiento, iba como podía quitándose algunas espinas de su cuerpo. El ocaso lo encontró allí, sobre aquel árbol... y a lo lejos, comenzó a vislumbrar que un hombre de canas y barba muy blanca, se iba acercando hacía Él.
-"Joven ¿precisa algo?, ¿que le ocurre?"
--"Tropecé con ese tronco, y me clavé un montón de espinas... sólo eso"
-"¿Hacía donde va?"
--"Hacia aquella montaña..."
-"¿No le han dicho lo peligroso que es este sendero?"
--"Sí... pero yo puedo sólo" (afirmó con un tonó pedante, que sólo vislumbraba dolor)
Se sentó el hombre, y comenzó a sacarle una por una las espinas, y preparó con una botella de agua que llevaba entre sus cosas, unas hierbas para sanarle el dolor.
-"Usted siga creyendo que puede sólo... Pero cuando llegue a la montaña, se acordará de este viejo, que se sentó a su lado, para curarle su dolor" (afirmó, se dio la vuelta, y continuó su viaje)
--"Yo puedo sólo... ¿acaso no lo ha entendido?" exclamó el joven, pero ya el hombre se encontraba lejos para continuar escuchando como destilaba su orgullo.
El cansancio lo venció, y se durmió recostado sobre el árbol y cubriendo sus pies con la pequeña toalla que había llevado. El primer rayo de sol lo despertó, y a los apurones se acomodó para continuar viaje.
El paso cada vez se iba convirtiendo en más lento, y el sol impedía que tome fuerzas para continuar. Paró al lado de un pequeño charco, que tenía un poco de agua... y se inclinó a beberla para saciar su sed.
Ese bosque, era donde habitaban la mayoría de los ancianos del pueblo... y por casualidad, o destino, en cada estación Él se iba encontrando con uno de ellos. Así fue que detrás de un sauce, a lo lejos ve salir a un anciano pequeño, con dificultades al caminar; con una barba larga y blanca del mismo color que las nubes. Cerca de ese sauce, se encontraba la casa de aquel anciano; un lugar pequeño, pero con olor a hogar.
-"Ven... te daré de beber, y un plato de comida"
--"Yo puedo sólo" su orgullo afloraba en su piel, aún encontrándose en una condición deplorable.
-"Si pudieras sólo, no estarías aquí..."
Y fue más grande su necesidad, que su orgullo. Arrastrándose, y Él anciano con sus pasos lentos; lograron llegar a aquel pequeño hogar, donde le preparó el pobre viejo un plato de comida caliente, y una taza de mate cocido.
-"¿Qué es lo que puedes sólo?" preguntó el Anciano, a aquel joven testarudo.
--"Lograr mi objetivo, de llegar a mi lugar soñado"
Y allí comenzó a contarle detalle, por detalle al sabio anciano que con paciencia lo escuchaba; cada momento que vivió en el pequeño trayecto que había logrado transitar "sólo".
El anciano, se tomó su tiempo para responderla... y el joven, a pesar de su necedad; abrió grande sus oídos y con atención escuchó aquellas palabras.
-"Te diré algo... el camino de la vida es más largo del que tú te puedes imaginar. Te encontrarás obstáculos, espinas, sabia, rosas, muros, laberintos... en fin, dificultades y satisfacciones. Pero... ¿sabes donde está el secreto para sortear esos obstáculos?"
--"No... no lo sé" titubeando respondió el joven.
-"El secreto está en escuchar a aquellos que lo caminaron antes que tú... "
Así fue, que aquel joven entendió que no iba a poder sólo; que siempre en la vida iba a precisar de tener aquellos faros que le indiquen el camino a seguir; y algunas columnas para sostener su andar.
 

Un accidente con alas.

Tengo un fruto, posado sobre mi vientre... que poco a poco, le van creciendo pies, alas, y alma. Un fruto prohibido, que por accidente se posó sobre mi alma, y consume algunos de los infiernos que me abrazan.
Día a día, siento como se extiende a lo largo, y a lo ancho de mi cuerpo... sus piernas, tocan mi hígado, y su boca, me devora el corazón mordisco, a mordisco. ¿Cómo puede consumirme un ser tan pequeño, y hasta tal vez... indefenso?.
Fue una tarde gris, y lluviosa... la que por accidente, dejó una semilla adentro de mi ser. Han transcurrido los meses -que para mí, son años- y lleno hojas de mi cuaderno secreto, a preguntas sin respuestas que tal vez algún día las encuentre. ¿Lo busqué?, ¿llegó por accidente?, ¿esto me ata a Él?, ¿Me eligió?, ¿Nadie le dijo, -allá por las estrellas- la oscuridad de mi alma?. "No sé, tal vez, será..." Reproduce a cada instante mi mente, para dilatar la agonía de mi espíritu.
Escuché hace poco, al regresar del médico, a unas mujeres paradas frente a un colegio -esperando a sus niños- hablar sobre... la vida. -"Es rebelde, caprichoso, e irrespetuoso... ¡no sé a quién salió!" exclamó una mujer, que entre sus ojos traslucía la desgracia de su alma... Otra, le respondió con una sabrosa ironía "El mío, es tranquilo, estudioso, y educado... lo hice yo...".
Fue poco el tiempo que me detuve allí, a escuchar, más bien... a visualizar el futuro donde yo me encontraría dentro de unos meses, años, siglos.
Comencé a caminar con rapidez hacía mi casa... allí, me encontraba el cuaderno sobre la mesa, y la pluma -mis mejores psicólogos después de aquella tarde gris-. Lo primero que hice, fue anotar las palabras emitidas por estas mujeres que no paraban de resonar en mi cabeza. Luego, a fabricar respuestas que tal vez... podría darles yo. Un destello negro, un cuerpo sin alma... que posiblemente, se la han robado.
"No salió a nadie... Señora. Usted proporcionó el alimento del desprecio, de la irreverencia, para esa alma pequeña que fue pintada con los mismos colores que la suya. Se refleja en sus ojos, lo que tanto le espanta de su fruto..."
"Sí es así, como usted cuenta... y no como tal vez imagine. Siga dibujando de blancos con brillo, el alma de su hijo..."
¡Ilusa!, ¡Qué ilusa!... ¿Para que lo escribo?, ¿quién quisiera leer palabras de una mujer que aún no sabe la razón por la cual, en su vientre le crecen pies, alas y alma?. Quién podría querer escuchar el sonido tenue, distante, y frío de mi voz... y de mi alma -que era negra- y ahora es gris.
Un nuevo día se avecina, y otra madrugada más, donde me encontró escribiendo, intentando soñar, y tomando un frío café. Llegó la hora, de tachar un día más en el calendario de mi siglo, un año más, para alcanzar la fría, dulce, y tibia espera.
Sirvo el café, mientras me preparo para percibir que color me deparará el nuevo sol que tal vez, me pueda renacer. Suena el teléfono...
-"Hola, ¿estás allí?"
--"Un año más, que te sigo esperando."
-"Es que..."
--"Es que nada... el tiempo se está terminando"
Le corté... ¿Para qué continuar escuchando mentiras? Ya no le queda ninguna por fabricar... en el transcurso de estos años, todas me las ha dicho.
-"Toc...toc...toc" Esos ruidos cada vez se hacen más fuertes en mi vientre. ¿Serán sus pies?, ¿serán sus manos queriendo extender mi cuerpo?, ¿serán sus alas, que ya quieren volar?.
-"Shhhh, tenes que dormir... ya faltan 3 años. El tiempo pasa rápido para vos, pero lento para mí"
Me suena hasta raro... que el sonido de mi voz, calme el movimiento de ese ser pequeño, y tal vez indefenso.
Dan las 11 a.m... es hora de apurar mis pasos, para llegar pronto al médico... ese, que dice cuidar de las alas del que devora mi corazón... y las mi cuerpo -porque mis alas, ya no existen-.
Otra vez, tener que mirar a los ojos a aquella mujer de buen rango social, que en la oscuridad es una prostituta... y que trata, de decirme a mi, que hacer. Otra vez, escuchar las carcajadas irónicas entre un montón de víboras, porque yo no tengo... lo que Ellas sí.
-"Pase..."
--"Gracias Doctor"
Las manos de Manuel, temblaban, su mirada se dirigía hacía unos papeles, y entre titubeos... intentaba decirme algo.
--"Vamos, sin vueltas... ¿qué pasa?"
-"Tal vez no me creas, porque yo sé que esto sucedió por accidente, pero tal vez también, esta sea la razón por la cual comiences a mirar con otros colores, tu crónico gris.
Los resultados, que... dicho sea de paso, hace más de dos años, no retirabas... dieron en su momento, resultado que sufrías de una extraña patología llamada migraña hemipléjica.
Lo asombroso... que tal vez, sea el nuevo motor que arranque tus mañanas. Es que... ¡estás curada!"
Los ojos de María, se abrieron, y fueron unos minutos de silencio -por el asombro- que la distanciaron de responder.
--"Pe...pe...pero..."
-"Ahora la que titubea sos vos" dijo el Doctor, entre risas.
--"O sea, ¿que esa patología era la razón por la cual me quedaba paralizada, tenía convulsiones, y me perdía...?"
-"Exacto... pero, ¿vos te acordas cuando comenzaron a disminuir esos síntomas?"
María inspeccionó su mente, intentando rebobinar la película de su vida... para recordar.
--"Fue después de... ¡No, no puede ser!..."
-"Sí, después de ese momento, que vos lo llamas accidente, pero yo... lo llamo salvación"
--"O sea... que este fruto, ¿me salvó?"
-"Así es, María".
No lo podía entender... sólo pude sentir que sus pies, y sus alas volaban tan fuerte, que esta vez... me provocaba cosquillas en el alma, más que molestias en el cuerpo.
En el camino a casa... pude visualizar algunos colores que -creí- haber olvidado. Rojos, celestes, naranjas... algunos formaban arcoiris sobre mi camino, y otros... simplemente eran rayos luminosos.
Los años, pasaron a ser meses... y el calendario rápidamente comenzó a volar... cómo cuando el viento esparce las hojas de los árboles.
El transcurrir de los días, me iban provocando diversas situaciones que -por accidente- creí que nunca podía sentir. Un calor, tibio y dulce me acobijaba el corazón... cómo mostrándome mi futuro cercano, de mis brazos acobijando a mi fruto.
Mi vientre cada vez se extendía más... cuando caminábamos (porque ya eramos dos, en vez de uno y medio), primero pasaba Él... para asegurarse de que nadie logre lastimarme.
La fortaleza de sus alas, supieron callar las lenguas viperinas que me abrumaban a insultos, por ser dos, y no tres.
Todo comenzó a ser más fácil... más colorido, y más luminoso. Desde que mi obtusa mente exterminó el gris, y le dio paso a los colores.
Hoy, los golpes fueron más fuertes que días anteriores... hoy -creo- que mi fruto, está queriendo extender sus alas hacía el Universo.
Llegó el gran día... que no esperé, pero sí deseaba... que no busqué, pero sí encontré.
Una multitud exclama a gritos los pedidos de los materiales que necesitan utilizar para dejarlo salir, al pequeño. Pero yo no los escucho... escribo -mientras puedo- para que algún día -tal vez- lo pueda leer junto a Él.
Llegó el momento, el instante... donde juntos haremos fuerza, para consumir el pequeño resto que quedaban de infiernos sobre mi alma.
Restos... porque el accidente más victorioso de mi vida, llegó para seguir salvando mi alma.

Infiernos

El reloj marca la madrugada, y el sueño aún no ha llegado. La desvela el miedo, el recuerdo, la ilusión, y aquello que cree que nunca podrá alcanzar.
Los sueños se vislumbran en un laberinto intrincado... y la única imagen que ronda su cabeza, es Ella, tratando de alcanzarlos.
Tiemblan sus piernas, y sus manos que sostienen aquel compañero -su cigarrillo- y esa manta que acobija su desilusión, desengaño, y tristeza. Nunca le contaron, que había nacido para ser feliz...
El cuaderno sigue ahí, sobre la mesa... mientras con una pluma, escribe y tacha deseos, utopías, y fantasías... que se desvanecen al igual que el humo de aquel cigarrillo interminable; que poco, a poco la va consumiendo en su bendito infierno.
Todo lo que toca, lo destruye... todo lo que siente, lo aniquila con el veneno que emana su corazón... aquel que también, lentamente va devorando pedacito, por pedacito, las células de su ser.
No hay tiempos... los segundos son eternos, y el reloj de arena cae lentamente, grano por grano. Una especie de eternidad... en cada gota de sangre que derraman sus heridas.
El vaso de whisky llegó a su fin; mientras comienzan a vibrar sus pies, manos, cabeza, y su corazón, a disminuir sus latidos, lentamente.
Se escucha un estruendo... su cuerpo cayó sobre aquel cuaderno. Rápidamente, su Padre escucha el ruido, y corre hacía aquel tétrico lugar. Espantado, levanta el cuerpo de su hija entre un centenar de lágrimas que rodaban por sus mejillas.
Le sorprende, ver tantas cruces, rayas, y palabras extrañas... aún que la frase más grande que predominaba aquella hoja, decía...
-"El infierno, ya me consumió..."

Mi luz.

Entre tropiezos, en el medio de una gran multitud, se podía visualizar aquella luz.
Radiante, esplendorosa, con destellos de diversos colores... algunos dicen que tiene magia, ilusión, y sueños. Yo, sólo digo que esa luz... llegó para salvarme.
De a poco, y como las fichas del domino... se fueron desvaneciendo en sus ojos aquel resto, decorado; que habitaba aquel lugar. Y aquella luz, fue el centro donde sus ojos pusieron la atención.
Un celeste, predominaba sobre su cabeza... un brillo indescriptible blanco, puro, salía de esos pequeños, y gigantes ojos.
Diría que era una especie de faro, disfrazado de mujer, de amor.
Ese disfraz, esa luz... era todo lo que mis alas precisaban, para volar.

"Y es verdad, las tormentas no se pueden resistir: ocurren. Y con lo que ocurre por fuera del marco de nuestra voluntad sólo hay una cosa para hacer: fluir. Y sino, pregúntenle a los navegantes, o a los nadadores. A nadie se le ocurriría resistir. Ellos saben que hay que acompañar el movimiento, que es imposible de ir en contra de algo que es más fuerte y que no fue decidido por nosotros..."
(Se sienta en un rincón, toma la caja entre sus manos, y comienza a sacar uno por uno los objetos)
-Cartas... ¡Cuantas le escribí!. Ya ha pasado el tiempo y aún sigo sintiendo mi sangre derramarse por los rincones de nuestra habitación. ¿Se acordará de mi?, ¿me extrañará?, ¿sentirá que aun la lloro?, ¿por qué no viene a secar mis lágrimas?.
(Rompe en llanto... toma un pañuelo y comienza a secar sus lágrimas)
-¡BASTA!, debo dejar de llorarla y recordarla. Debo comenzar de nuevo, por mi... por el pequeño, y hasta tal vez por ella. Es hora de cerrar este capítulo para volver a nacer...
(Comienza a separar en una bolsa los objetos de la caja)
-Sus pendientes, sus pulseras, su pañuelo... aun todo huele a ella.
(Toc... toc, toc. Hace sonar tres veces la puerta)
-¿Quién es? exclamó.
--¿Todavía me esperas?, (respondió detrás de la puerta)
-Pasa... pasa... como esto creo que pasará.
--¿Qué haces desarmando mi caja?
-Arrancándote de mi, poco a poco cada uno de tus recuerdos.
--Unos objetos y cartas, jamás lograrán que olvides lo que hemos vivido juntos. Seguiré latiendo adentro tuyo, al igual que vos dentro de mi.
-Del mío tal vez, del tuyo tengo la certeza que no... ¡si ya no sentís!. No creas que por llegar con un montón de bonitas palabras lograrás mitigar mi dolor...
--¿Quién te dijo que no siento?. Siento tanto, o más que vos...
-Si te fuiste...
--Yo no elegí irme, jamás hubiese elegido dejarlos... Sólo que desde allá, me llamaron... era mi tiempo, así me dijeron.
-Pe... pero (tartamudea entre lágrimas), ¿no les dijiste que tenías alguien que te amaba?, ¿no les dijiste que dejaste un fruto de amor, que hoy llora tu ausencia?.
--Claro... pero, me explicaron, que ausencia no dejé... sólo me fui fisícamente.
-¿Cómo que no dejaste ausencia? Si ya no estás...
--¿Vos crees que ya no estoy?.
-Claro, yo no puedo abrazarte, no puedo sentirte cerca de mi cuerpo. Él, no puede sentir tu beso al despertar, no puede verte tomarlo de la mano para acompañarlo a la escuela... no puede tenerte, para crecer a la par tuya... ¡Claro que ya no estás!.
--Vos me abrazas todas las noches. Soy yo quien me recuesto al lado tuyo para mitigar tus lágrimas. Soy yo, quién lo beso al despertar, y lo acuno todas las noches para hacerlo dormir... Soy yo, quién le toma la mano para que pueda crecer, con mi amor pegado a su pecho... Soy yo, quién todavía estoy acá, aunque no me puedan ver.
-Pero... físicamente...
(Interrumpe, y acota)
--La presencia no es física... el cuerpo es tan sólo un envase del alma. Yo estoy, aquí... porque mi alma aun habita en los rincones de este hogar, y en los de tu alma. Yo dejé mi envase, pero mi alma sigue tan, o más viva que vos. Estoy en tus recuerdos... estoy a diario cuando te levantas y hueles el aroma en mis objetos... ¡Soy yo!.
-No es lo mismo... ¡¡yo te necesito aquí!! (Toma la caja, y la estrella contra la pared)
--El día que entiendas, que el amor, y que el alma no son objetos tangibles, comprenderás que sólo no puedes verme... pero si sentirme. El día que comprendas que yo no lo elegí, entenderás mi ausencia física, y buscarás mi presencia espiritual. Mi alma, sigue aquí... y seguirá... cada vez que tu corazón implore mi presencia para mitigar su dolor... Cada vez que sientas que sólo no puedes seguir... será mi alma la que sostendrá tu ser para empujarlo hacía adelante... (Va cruzando la puerta, y se va alejando)
-No te vayas, por favor.
--No me voy, me quedo aquí... sólo cierra los ojos, y empieza a sentir. (Cerro la puerta, y se retiro del espacio)
(Se recuesta, abrazando la última remera que ella usó antes de partir, que aún conservaba su perfume)
-Cierro... cierro los ojos... ¡Aquí estás!
(Escucha una voz lejana que le grita)
--Siempre aquí, siempre contigo... sólo, búscame en los rincones de tu alma.

Después de morir...

-No, no, todavía no es tiempo.
-Ya se terminó, y la hora llegó... ¡Vamos!
No me contaron como era... algunos cuentos hablaban del paraíso, del edén, de los caminos llenos de flores perfumadas que inundaban el olfato de quienes caminaban por allí. Hablaban de que te reencontrabas con la gente que se fue de viaje antes...
-¿Qué es esto?, los cuentos me vendieron otra historia.
-¿Y qué te creías, que la fantasía existe?.
-No hablo de fantasías, hablo del premio que decían que te daban después de haber cumplido la misión.
-No, muchacho. Cuando una misión finaliza, comienza otra. El que dirige acá, nos dio un regalo a lo que Él llama vida, y después otro al que los demás llaman "muerte". Para el Jefe, la "muerte" es una transformación simplemente. Y ahí viene la cuestión...
-O sea que, no descansamos ni muertos... ¿qué cuestión viene?.
-Las misiones que tenemos que cumplir. Vos te tuviste que ir de viaje, pero dejaste a muchos llorando... ahora tenes que consolar, ayudarlos a olvidar, y ganar sonrisas para volver otra vez allá abajo.
-Y eso... ¿cuanto tiempo me va a llevar?.
-Acá no hay tiempo. Sólo hay momentos, ratos, instantes... porque acá disfrutamos más que allá abajo. Acá no pensamos en el que pasará mañana, simplemente disfrutamos lo que pasa ahora. Seguimos trabajando pero motivados, y con la gracia en el alma de poder decir que... mal, o bien, somos felices.
-Ah bueno, por algo lo llaman descanso eterno... ¡ahora me gustó!.
-El descanso eterno es el disfrute del alma cuando se encuentra en paz, y ayuda a los demás a encontrarla más rápido, antes de transformarse. Vos, viviste preocupado por el mañana, no disfrutaste tu gente, no supiste lo que era correr respirando aire puro de la naturaleza... Vos, amigo, recién ahora empezas a vivir, en paz... después de transformarte.
-Tenes razón... ¡si lo hubiese sabido antes! hubiese besado más, hubiese hecho más el amor... y hubiese disfrutado el ser... casi, casi feliz.
-Ya está... no lo vas a poder cambiar. Ahora disfruta esto, y dale una mano a los que dejaste allá abajo, para que no pasen lo mismo que vos...
-Tenes razón... nos vemos, por ahí, me voy a trabajar.
-Nos vemos... haré lo mismo.

Y los dos, allá arriba, trabajan para que... acá abajo se ame más, se respire libertad, y se aprenda a valorar... sin tener que esperar a irse de viaje, para aprender a disfrutar que a pesar de los obstáculos, la vida es una aventura que merece ser vivida.

Vivir sólo cuesta vida...

Si no lo elegí, ¿porqué lo tengo que hacer?; ¿quién me dijo si quería respirar?... ¿quién me permitió elegir si quería vivir?. Una vez, un loco que cree en lo inexplicable me habló del destino; de que allá arriba hay un papel que habla de nuestra vida... pero, ¿para que creerle?; ¿existe allá arriba? ¿quién me lo puede comprobar?. Llegas... te hacen crecer, y después te dicen "acá tenes, hazte cargo", ¡sí yo no lo elegí!. Tenes que lidiar con los obstáculos que te llevan a algún lugar, del cuál no sabes si queres realmente, o sí es solo un capricho... tenes que sacar con las manos las espinas de la rosa, clavándote una por una en el cuerpo, como cicatrices de tu historia... como muestra de que "lo lograste"... ¿qué logré? conseguir algo de lo cuál todavía dudo si lo quería, porque sólo sé que no sé nada de esto que me obligaron, y no pude elegir. Me dicen que hay algo superior allá arriba, en el medio de una nube... que te vigila, que te educa, que te ayuda... ¿a que me va a ayudar? ¿a vivir?. No le creo... sí tan poderoso es ¿porqué no viene y me dice que es esto de vivir?. Y seguís caminando... y los obstáculos son más difíciles porque creces, y dicen que mientras más grande más difícil se torna la aventura de "vivir"... pero hay algunos que lidian con la misma duda, que van dejando perfume en las huellas de sus zapatos que quedan marcadas en tu camino... que ayudan, que fortalecen, que respiran tu mismo aire, que tampoco eligieron hacerlo. Y otros que te "enseñan" a sufrir... pero nadie me dijo que ese, que está arriba, permitía que me dejen sufrir... por eso ¿que me van a hablar de Él?. Y en el arduo camino y ya con los pies desgastados de tanta sangre... me siento, y tiro en una balanza el perfume y las espinas... y supuestamente debería pesar más el perfume... yo digo que no, el perfume solo ayuda a que las espinas duelan menos y la sangre corra en menos cantidad. El sufrimiento es el destino, y el perfume el paliativo de las heridas que deja el vivir...  Sólo voy a decir, que yo no elegí vivir, a mi me obligaron a existir.
Yo lo pude contar, otras no. 
Yo pude salir, otras todavía esperan que las puertas se abran y que llegue el héroe que las rescate de esa oscuridad.
Me habían dicho que podía ser modelo, actriz... ser famosa, viajar, y cumplir mis sueños. Yo tenía proyectos, hoy sólo me queda un rompecabezas con un montón de piezas que fui perdiendo en cada rincón de esa cárcel, que algunos llaman lugar de placer.
Yo fui, por que creía que se podía confiar en la gente, porque desconocía que detrás de tantas caras que simulaban ser buenas, existía tantas almas tan inmundas.
Perdí mi seguridad, mi fe, mis sueños, y mis esperanzas... detrás de un corset, unas ligas, y un extenso maquillaje para simular que no era una pendeja con sueños... sino que una mujer, que le gustaba regalarse por unos billetes.
-"Salí, y cobra... puta", era lo único que podía escuchar. Tenía que seducir, con el alma desgarrada y el asco entre los labios... para poder "sobrevivir", según ellos... yo sólo quería morir. 
Me miraban con placer, con una inmunda baba que recorría los labios de tantos inmundos que pagan, creyendo que somos un objeto de uso personal, y luego un descarte. 
Tenía que tomar coraje y seguir... al principio, creía que debía hacerlo porque detrás de las rejas de esa cárcel que día a día me iba consumiendo... me esperaba una vida, mi vida que me arrebataron sin permiso, y sin piedad. Con el tiempo, ya todo me daba igual... creía que el laberinto donde me encontraba no tenía salida, y con resignación creí asumir el destino que tal vez por alguna razón me había tocado. 
Eramos tantas... tantos sueños, tantas ilusiones. Con el tiempo muchas terminaron en una sanja... otras tantas vendidas por ahí, y algunas pocas nos quedamos en la cárcel... pero, todas eramos presas en manos de "gente" que se creía dueña de nuestro destino.
De algunas me acuerdo... de otras no, con el tiempo traté de borrar de mi mente cada instante interminable que viví en ese lugar, al que ya ni quiero nombrar. 
Ivana tenía una historia... una vida. Me acompañó, y entre las dos, nos sentíamos menos solas. Siempre me contaba que tenía dos hijas y su madre... que seguía viva, porque sabía que ellas en algún lugar del mundo estaban rezando por volverla a ver. Fue mi empuje... mi intensivo
para seguir respirando. Hasta que un día, me levanté... y no la ví más. Pregunté... pero sólo me dijeron "se les fue la mano". Y la perdí... y con Ella, se fueron parte de mis esperanzas. Quería verla... despedirme... pero ¿donde le podría llevar flores?, en algún sanjón... sí ellos nos mataban, y tiraban, como un montón de basura descartable... ¿no sabían que somos humanas?.
El tiempo pasó... y era interminable la vida. El ritmo rutinario con el tiempo fue consumiendo mi cuerpo... mirarme al espejo era repudiarme, y no poder encontrar ni siquiera una parte que se asemeje a mi. Mis ojeras, mis huesos cada vez más afuera de mi cuerpo. Y sí comíamos poco... -"no tienen que engordar, las putas gordas no sirven", era lo único que a diario nos repetían.
Una mañana, nos despertaron con un nuevo traslado... Todavía me pregunto de donde saqué el coraje y las fuerzas para escaparme. Se dieron cuenta rápido... pero una vez en la vida la suerte corrió a mi favor, y me crucé con un hombre que me ayudó a salir. 
Lo primero que busqué fue una policía... y la única respuesta que encontré -"Si te escapaste ahora, ¿porque no lo hiciste antes?... esto demuestra que sos puta, y te gusta".
¿A mi me raptan y yo tengo la culpa?, me roban la dignidad, la vida ¿y la culpable soy yo?. Me prostituyen, me torturan, me denigran ¿y sigo teniendo la culpa?.
Pude encontrar a mi madre, que me estaba esperando... Que no siguió buscándome por miedo... por las amenazas, y la infinidad de veces que entraron a mi casa para golpear e intentar callar la voz de mi pobre vieja. Ya no era la misma que me despertaba con el mate, y el -"Buenos días hija"... Yo tampoco, ya no soy la misma.
Me morí cuando entregué mi cuerpo porque me obligaron a darle "placer" a un inmundo que pagaba por mi. Me morí, cuando me robaron mis sueños de ser feliz... me morí cuando ví matar gente adelante mío, y estar con las manos llenas de sangre porque tenía que levantar esos cuerpos... Me morí, cuando dejé de vivir, para ser una esclava sexual de un animal. 
Hoy creo que vivo... respiro... y estoy en libertad. Día a día cargo con la cruz de un pasado que me tortura a cada instante, y me impide dar un paso adelante para modificar mi destino... para recuperar aquellos sueños que siempre quise realizar.
Hoy, quiero gritar a viva voz, que las mujeres somos humanas... que no somos objetos que vendemos placer. Que merecemos vivir... que no somos animales... que no somos esclavas. Hoy quiero gritar, que sueño en vivir en un mundo donde dejen de matarnos, y sólo traten de darnos amor... por mi, y por tantas.
Yo salí, otras siguen esperando...
Quiero gritar... por un mundo donde todas respiremos libertad.
La misma simpleza e intensidad que tenía sus luceros,
la guardaba su forma apasionada y extrema de amar,
más allá de la piel... más allá del alma.
Atrás de esas luces podía vislumbrar su niño interior,
aquel que jugaba, reía, y callaba...
Aquel que lloraba, y cargaba una cruz en su espalda.
Detrás de sus cabellos blancos,
había historias, leyendas, un mito por contar.
En las suelas de sus zapatos,
existían huellas profundas... pasos firmes, que trascendieron.
Los años fueron apagando aquellos luceros,
la vida fue consumiendo ese corazón...
y el aire fue desapareciendo de su ser.
Hoy quedaron las huellas, la luz, y el mito,
que yo puedo contar...
con lágrimas en los ojos, y dolor en el corazón...
por no poder respirar su mismo aire,
por no poder contemplar el sonido de su voz.
Pero es la mejor historia viviente que guarda mi alma.
Hoy quedan los despojos de mi alma...
la imperiosa necesidad de
emprender tu mismo viaje, sin regreso.
Mi alma muerta busca el aroma de tu presencia,
el utópico deseo de descansar en tus alas.
El tiempo es eterno sin la melodía de tu voz,
la espera es la eterna agonía de mi ser,
y tu imagen cada vez, más lejos de mis brazos.

Volverte a ver,
hoy daría media vida,
por volverte a ver...
Y recuperar el tiempo,
que se me escapó...
Y decir "lo siento",
una y otra vez.
No me sirve la razón,
si tu no estás...
crecieron alas en su alma, 
y se hecho a volar
,
y nunca más h
a vuelto aquí...
que nadie m
e repita la palabra amor,
volver a ser fe
liz es imposible.