Vi descender cada una de mis fantasías, como caen las hojas de los árboles en el feroz otoño.
No había nadie, y ella tampoco estaba. Me encontré sola, frente a un abismo imposible de enfrentar... no era valiente, y hoy tampoco lo soy.
La necesité, la busqué en cada rincón que solía encontrarse; pero sólo encontré el aroma de su suave perfume que ya el viento se estaba llevando.
Me hinqué ante su rincón sobre las cartas desparramadas que le había dado hace tiempo ya... ella, solía guardarlas en una pequeña caja.
Pasé horas allí, abrazada a los recuerdos... a la ternura de su sonrisa, y a el calor de sus abrazos...
Hoy, a dos días de su partida; mi corazón siente que ha transcurrido una eternidad desde aquel último abrazo.
Aun puedo escucharla, y corro buscándola para ver si está... pero sólo logro abrazar a las sombras que aun puedo ver.
Triste mi realidad... pero sólo sé que aun que esté sola, su corazón seguirá latiendo en mi; porque ella, es parte de mi.

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