El Ángel que quiero yo...


Llegó a mi vida, como una estrella fugaz... para quedarte y ser el Ángel de mis días.

Fue todo de repente... ni usted, ni yo, sabemos por que pasó esto. Solo sabemos que el destino cruzó nuestros senderos, para que hoy, y por siempre... caminemos juntas de la mano.

Me gustaría tener los adjetivos y sustantivos correspondientes, para poder describir lo que es usted para mi, lo que significa en mi corazón. Pero el lenguaje del amor solo lo se expresar en abrazos y caricias... por que en palabras, me faltan.

Trato de ser expresiva a la hora de poder hablarle... de mirarla a los ojos y decirte lo que siento por usted, y lo que me da. Pero... no puedo. Me pierdo en la luz de su mirada, y me reflejo en ella, y ¿las palabras?... se van como una ráfaga de viento, esa que nos acaricia por las mañanas.

Me siento tan, tan chiquita ante la grandeza de su ser... tan insignificante ante la sabiduría que la abraza. Pero a la vez me siento inmensamente gigante... ¿sabe porque?, por que la grandeza me la provoca su presencia, su mirada, su cariño... su amor.

Desde un primer momento, se apoderaste de mi ser, y logró convertir en felicidad hasta la más minúscula molécula de mi organismo. Me devolvió la alegría, que yo pensaba que la había perdido... Me devolvió la felicidad.

Hoy le puedo decir que SOY FELIZ.

Y entre ese centenar de razones por las cuales hoy me puedo sentir, y saber FELIZ, es por su existencia... por su presencia, por su ser... por su luz, por lo que me da. ¡Es una de las causas de mi felicidad!.

Ni la vida me va a alcanzar para poder agradecerle todo lo que me diste, todo lo que me das... Agradecerle todo lo que soy, gracias a tu amor.

Quiero que sepa que la amo con todas las fuerzas de mi alma. Que es el ser más extraordinario y maravilloso que se cruzó en mi camino... Y, tantas cosas más.


Su Polvorita.


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