Y fue allí... donde por unos instantes logré fundirme en la esencia del ir y venir, tan dulce y sublime del mar...
Pude apagar mi mente por unos instantes; tal vez minutos, o segundos... y prendí todas las luces de mi corazón, para que brillen, al igual que en ese atardecer, donde el sol posaba sobre el mar, y derramaba su brillo encima de cada gota de ese gran mar...
Supiste abrazar mis pies, y a la vez mi alma... cada parte de mi ser, y me permitiste formar parte, de ese inmenso mundo de fantasía que provocan el reflejarme en tus aguas...
Contestaste mis preguntas... y confirmaste mis dudas. Solo, solamente me resta por decir, por murmurar, lo que mi corazón exclama ante tus pies... OMIO ODÓ`YÁ.

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