Nos conocimos de noche, por casualidad... y nuestros nombres mentimos, por seguridad. Es que, él tenía en su mente no volverme a ver, pero en un cuarto alquilado me dio su querer. Y ahora, nada me queda de él, después del adiós, pude olvidar su mirada, su piel, y su voz... pude quitar de mis manos la tibia humedad, que entre gemidos y abrazos, dejaba escapar. Sin un respiro y seguía, de forma brutal... dándome amor y sin tregua ¡me hacía vibrar!. Pude olvidarme de todo, pero me quede... con una marca que nunca quitarme podré. Pues me quedó, un gusto a hombre en la boca, que no encontré probando otros labios, jamás... Pues lo busqué besando de manera loca, a miles de bocas... ¡ninguna es igual!

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