Declarado insano...

“Aun no sé que finalidad tendrá esto. Todavía no comprendo la utilidad de un conjunto de hojas y una pluma. Me dijeron que sería mi descargo… no lo sé. Los años que llevo sumido en este profundo e infinito laberinto, serán eternos como las estrellas y oscuros, como la noche…”

Mi nombre es Benjamín.
Es ambigua mi descripción. Soy un adulto encerrado en un cuerpo adolescente, y a su vez, un niño encerrado en un cuerpo adulto.
Me gusta leer al Filósofo Arthur Schopenhauer, escuchar a Mozart y comer arroz con manteca y queso. El arte es mi puerta hacía distintos mundos que me permite escapar de mi penosa realidad a la que aún no me atrevo a enfrentar.
La naturaleza en toda su expresión es mi lugar en el mundo… como veo el paraíso; aun que también podría decir que me lo he imaginado como una enorme Biblioteca. Los paisajes y los libros, son la mayor creación de Dios… al igual que la noche. Aunque a veces me pregunto quién será… si existirá, o no. Sí es rubio, y de ojos celestes… así como la sociedad describe a la perfección… o si es un Superhombre, de aquellos que Nietszche tanto habló. Me limito a pensar que sí existe… eso creo.
Amaba la soledad, y aún la sigo amando. Sentirme con Él, son los momentos que más disfruto del día. Desde el comienzo de nuestras charlas, hasta la culminación de nuestros abrazos. Sólo Él logra verme sin juzgarme, y amarme tal cual soy. A veces me responde cuando le hablo… otras sólo me escucha. Pero siempre está allí, como nadie… después de haberme sentido abandonado por el mundo que me rodeaba.
Mi amor está en las personas que no puedo ver, ni tocar… las inalcanzables que sólo mis sueños y mis fantasías logran abrazar. El amor es la incondicionalidad, la aceptación absoluta del otro humano al cual le profeso ese sentimiento… no lo juzgo, ni lo humillo; sencillamente lo comprendo. Los que me rodeaban, jamás lo hicieron.
Soy tímido y las pocas veces que logro relacionarme con algún compañero se me obstruye la garganta, y mis palabras quedan enredadas entre mis cuerdas vocales. Por eso, pocos se acercan a conocerme. Muchos por miedo a mi parálisis, y otros por desprecio. Algunos me ven, y me acarician la mejilla… me resulta tan extraño el recibir cariño.
Me gusta contemplar la inmensidad de los cielos. Una obra de arte perfecta, la danza de las nubes en ese celeste intenso, y el sol de los días. La noche con su oscuridad, y las estrellas junto a la luna iluminando mis ojos. Me provocan inspiración.
Vivo de fantasías, es la única manera que encontré para sobrevivir aquí. Invento mundos diferentes para imaginarme en otras realidades distintas a esta… a Él no le gusta tanto, pero aun así me acompaña.
Los detalles de mi físico prefiero obviarlos… dejaré que él que algún día me lea, me imagine y me cree tan cual lo sienta y desee.
Benjamín Boilini.

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