(Se sienta en un rincón, toma la caja entre sus manos, y comienza a sacar uno por uno los objetos)
-Cartas... ¡Cuantas le escribí!. Ya ha pasado el tiempo y aún sigo sintiendo mi sangre derramarse por los rincones de nuestra habitación. ¿Se acordará de mi?, ¿me extrañará?, ¿sentirá que aun la lloro?, ¿por qué no viene a secar mis lágrimas?.
(Rompe en llanto... toma un pañuelo y comienza a secar sus lágrimas)
-¡BASTA!, debo dejar de llorarla y recordarla. Debo comenzar de nuevo, por mi... por el pequeño, y hasta tal vez por ella. Es hora de cerrar este capítulo para volver a nacer...
(Comienza a separar en una bolsa los objetos de la caja)
-Sus pendientes, sus pulseras, su pañuelo... aun todo huele a ella.
(Toc... toc, toc. Hace sonar tres veces la puerta)
-¿Quién es? exclamó.
--¿Todavía me esperas?, (respondió detrás de la puerta)
-Pasa... pasa... como esto creo que pasará.
--¿Qué haces desarmando mi caja?
-Arrancándote de mi, poco a poco cada uno de tus recuerdos.
--Unos objetos y cartas, jamás lograrán que olvides lo que hemos vivido juntos. Seguiré latiendo adentro tuyo, al igual que vos dentro de mi.
-Del mío tal vez, del tuyo tengo la certeza que no... ¡si ya no sentís!. No creas que por llegar con un montón de bonitas palabras lograrás mitigar mi dolor...
--¿Quién te dijo que no siento?. Siento tanto, o más que vos...
-Si te fuiste...
--Yo no elegí irme, jamás hubiese elegido dejarlos... Sólo que desde allá, me llamaron... era mi tiempo, así me dijeron.
-Pe... pero (tartamudea entre lágrimas), ¿no les dijiste que tenías alguien que te amaba?, ¿no les dijiste que dejaste un fruto de amor, que hoy llora tu ausencia?.
--Claro... pero, me explicaron, que ausencia no dejé... sólo me fui fisícamente.
-¿Cómo que no dejaste ausencia? Si ya no estás...
--¿Vos crees que ya no estoy?.
-Claro, yo no puedo abrazarte, no puedo sentirte cerca de mi cuerpo. Él, no puede sentir tu beso al despertar, no puede verte tomarlo de la mano para acompañarlo a la escuela... no puede tenerte, para crecer a la par tuya... ¡Claro que ya no estás!.
--Vos me abrazas todas las noches. Soy yo quien me recuesto al lado tuyo para mitigar tus lágrimas. Soy yo, quién lo beso al despertar, y lo acuno todas las noches para hacerlo dormir... Soy yo, quién le toma la mano para que pueda crecer, con mi amor pegado a su pecho... Soy yo, quién todavía estoy acá, aunque no me puedan ver.
-Pero... físicamente...
(Interrumpe, y acota)
--La presencia no es física... el cuerpo es tan sólo un envase del alma. Yo estoy, aquí... porque mi alma aun habita en los rincones de este hogar, y en los de tu alma. Yo dejé mi envase, pero mi alma sigue tan, o más viva que vos. Estoy en tus recuerdos... estoy a diario cuando te levantas y hueles el aroma en mis objetos... ¡Soy yo!.
-No es lo mismo... ¡¡yo te necesito aquí!! (Toma la caja, y la estrella contra la pared)
--El día que entiendas, que el amor, y que el alma no son objetos tangibles, comprenderás que sólo no puedes verme... pero si sentirme. El día que comprendas que yo no lo elegí, entenderás mi ausencia física, y buscarás mi presencia espiritual. Mi alma, sigue aquí... y seguirá... cada vez que tu corazón implore mi presencia para mitigar su dolor... Cada vez que sientas que sólo no puedes seguir... será mi alma la que sostendrá tu ser para empujarlo hacía adelante... (Va cruzando la puerta, y se va alejando)
-No te vayas, por favor.
--No me voy, me quedo aquí... sólo cierra los ojos, y empieza a sentir. (Cerro la puerta, y se retiro del espacio)
(Se recuesta, abrazando la última remera que ella usó antes de partir, que aún conservaba su perfume)
-Cierro... cierro los ojos... ¡Aquí estás!
(Escucha una voz lejana que le grita)
--Siempre aquí, siempre contigo... sólo, búscame en los rincones de tu alma.

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