Un accidente con alas.

Tengo un fruto, posado sobre mi vientre... que poco a poco, le van creciendo pies, alas, y alma. Un fruto prohibido, que por accidente se posó sobre mi alma, y consume algunos de los infiernos que me abrazan.
Día a día, siento como se extiende a lo largo, y a lo ancho de mi cuerpo... sus piernas, tocan mi hígado, y su boca, me devora el corazón mordisco, a mordisco. ¿Cómo puede consumirme un ser tan pequeño, y hasta tal vez... indefenso?.
Fue una tarde gris, y lluviosa... la que por accidente, dejó una semilla adentro de mi ser. Han transcurrido los meses -que para mí, son años- y lleno hojas de mi cuaderno secreto, a preguntas sin respuestas que tal vez algún día las encuentre. ¿Lo busqué?, ¿llegó por accidente?, ¿esto me ata a Él?, ¿Me eligió?, ¿Nadie le dijo, -allá por las estrellas- la oscuridad de mi alma?. "No sé, tal vez, será..." Reproduce a cada instante mi mente, para dilatar la agonía de mi espíritu.
Escuché hace poco, al regresar del médico, a unas mujeres paradas frente a un colegio -esperando a sus niños- hablar sobre... la vida. -"Es rebelde, caprichoso, e irrespetuoso... ¡no sé a quién salió!" exclamó una mujer, que entre sus ojos traslucía la desgracia de su alma... Otra, le respondió con una sabrosa ironía "El mío, es tranquilo, estudioso, y educado... lo hice yo...".
Fue poco el tiempo que me detuve allí, a escuchar, más bien... a visualizar el futuro donde yo me encontraría dentro de unos meses, años, siglos.
Comencé a caminar con rapidez hacía mi casa... allí, me encontraba el cuaderno sobre la mesa, y la pluma -mis mejores psicólogos después de aquella tarde gris-. Lo primero que hice, fue anotar las palabras emitidas por estas mujeres que no paraban de resonar en mi cabeza. Luego, a fabricar respuestas que tal vez... podría darles yo. Un destello negro, un cuerpo sin alma... que posiblemente, se la han robado.
"No salió a nadie... Señora. Usted proporcionó el alimento del desprecio, de la irreverencia, para esa alma pequeña que fue pintada con los mismos colores que la suya. Se refleja en sus ojos, lo que tanto le espanta de su fruto..."
"Sí es así, como usted cuenta... y no como tal vez imagine. Siga dibujando de blancos con brillo, el alma de su hijo..."
¡Ilusa!, ¡Qué ilusa!... ¿Para que lo escribo?, ¿quién quisiera leer palabras de una mujer que aún no sabe la razón por la cual, en su vientre le crecen pies, alas y alma?. Quién podría querer escuchar el sonido tenue, distante, y frío de mi voz... y de mi alma -que era negra- y ahora es gris.
Un nuevo día se avecina, y otra madrugada más, donde me encontró escribiendo, intentando soñar, y tomando un frío café. Llegó la hora, de tachar un día más en el calendario de mi siglo, un año más, para alcanzar la fría, dulce, y tibia espera.
Sirvo el café, mientras me preparo para percibir que color me deparará el nuevo sol que tal vez, me pueda renacer. Suena el teléfono...
-"Hola, ¿estás allí?"
--"Un año más, que te sigo esperando."
-"Es que..."
--"Es que nada... el tiempo se está terminando"
Le corté... ¿Para qué continuar escuchando mentiras? Ya no le queda ninguna por fabricar... en el transcurso de estos años, todas me las ha dicho.
-"Toc...toc...toc" Esos ruidos cada vez se hacen más fuertes en mi vientre. ¿Serán sus pies?, ¿serán sus manos queriendo extender mi cuerpo?, ¿serán sus alas, que ya quieren volar?.
-"Shhhh, tenes que dormir... ya faltan 3 años. El tiempo pasa rápido para vos, pero lento para mí"
Me suena hasta raro... que el sonido de mi voz, calme el movimiento de ese ser pequeño, y tal vez indefenso.
Dan las 11 a.m... es hora de apurar mis pasos, para llegar pronto al médico... ese, que dice cuidar de las alas del que devora mi corazón... y las mi cuerpo -porque mis alas, ya no existen-.
Otra vez, tener que mirar a los ojos a aquella mujer de buen rango social, que en la oscuridad es una prostituta... y que trata, de decirme a mi, que hacer. Otra vez, escuchar las carcajadas irónicas entre un montón de víboras, porque yo no tengo... lo que Ellas sí.
-"Pase..."
--"Gracias Doctor"
Las manos de Manuel, temblaban, su mirada se dirigía hacía unos papeles, y entre titubeos... intentaba decirme algo.
--"Vamos, sin vueltas... ¿qué pasa?"
-"Tal vez no me creas, porque yo sé que esto sucedió por accidente, pero tal vez también, esta sea la razón por la cual comiences a mirar con otros colores, tu crónico gris.
Los resultados, que... dicho sea de paso, hace más de dos años, no retirabas... dieron en su momento, resultado que sufrías de una extraña patología llamada migraña hemipléjica.
Lo asombroso... que tal vez, sea el nuevo motor que arranque tus mañanas. Es que... ¡estás curada!"
Los ojos de María, se abrieron, y fueron unos minutos de silencio -por el asombro- que la distanciaron de responder.
--"Pe...pe...pero..."
-"Ahora la que titubea sos vos" dijo el Doctor, entre risas.
--"O sea, ¿que esa patología era la razón por la cual me quedaba paralizada, tenía convulsiones, y me perdía...?"
-"Exacto... pero, ¿vos te acordas cuando comenzaron a disminuir esos síntomas?"
María inspeccionó su mente, intentando rebobinar la película de su vida... para recordar.
--"Fue después de... ¡No, no puede ser!..."
-"Sí, después de ese momento, que vos lo llamas accidente, pero yo... lo llamo salvación"
--"O sea... que este fruto, ¿me salvó?"
-"Así es, María".
No lo podía entender... sólo pude sentir que sus pies, y sus alas volaban tan fuerte, que esta vez... me provocaba cosquillas en el alma, más que molestias en el cuerpo.
En el camino a casa... pude visualizar algunos colores que -creí- haber olvidado. Rojos, celestes, naranjas... algunos formaban arcoiris sobre mi camino, y otros... simplemente eran rayos luminosos.
Los años, pasaron a ser meses... y el calendario rápidamente comenzó a volar... cómo cuando el viento esparce las hojas de los árboles.
El transcurrir de los días, me iban provocando diversas situaciones que -por accidente- creí que nunca podía sentir. Un calor, tibio y dulce me acobijaba el corazón... cómo mostrándome mi futuro cercano, de mis brazos acobijando a mi fruto.
Mi vientre cada vez se extendía más... cuando caminábamos (porque ya eramos dos, en vez de uno y medio), primero pasaba Él... para asegurarse de que nadie logre lastimarme.
La fortaleza de sus alas, supieron callar las lenguas viperinas que me abrumaban a insultos, por ser dos, y no tres.
Todo comenzó a ser más fácil... más colorido, y más luminoso. Desde que mi obtusa mente exterminó el gris, y le dio paso a los colores.
Hoy, los golpes fueron más fuertes que días anteriores... hoy -creo- que mi fruto, está queriendo extender sus alas hacía el Universo.
Llegó el gran día... que no esperé, pero sí deseaba... que no busqué, pero sí encontré.
Una multitud exclama a gritos los pedidos de los materiales que necesitan utilizar para dejarlo salir, al pequeño. Pero yo no los escucho... escribo -mientras puedo- para que algún día -tal vez- lo pueda leer junto a Él.
Llegó el momento, el instante... donde juntos haremos fuerza, para consumir el pequeño resto que quedaban de infiernos sobre mi alma.
Restos... porque el accidente más victorioso de mi vida, llegó para seguir salvando mi alma.

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